Las mujeres de Manara
RON GALANTE
Milo Manara es un autor geni(t)al, sin duda el más genial de los geni(t)ales. No sin razón su primer título se llamó Genius (1969). Pero aquí no vamos a hablar de Milo Manara. En realidad, esto es una excusa para poner ilustraciones del gran maestro italiano, para dejar que goce la mirada y para usar este espacio con el fin de soltar algo de verborrea morbosa. Y es que las mujeres de Manara son la Delicia, con D mayúscala, signifique eso lo que signifique.
Jamás, nunca, verás un culo como el de una mujer de Manara campear la realidad. O no, mentira, en las pornos ya abundan; pero lo que no abunda es un culo como la de una mujer de Manara, con unas piernas, con una boquita pequeña, con unos ojitos maléficos, con unos senos tan europeos, y con una melena como las Malenas de Manara. Y sí, quizá Mónica Bellucci se acerque al ideal. Y es que quizá tanto trazo conjurado, tanta tinta ofrendada, tanto lector extasiado y tanta paja de confesionario, terminaron confabulando quién sabe qué alquimia sexual que terminó trayéndonos al mundo a una que remotamente se asemeja. Pero insistimos, y disculpen sin nos contradecimos, mujeres como las que nos ha regalado el maestro del cómic occidental, no hay. ¡Cuánto habría dado Fellini por conseguir a una Gullivera y ponerle cejas horripilantes en cualquiera de sus filmes descabellados!
Pero además, ni hablar de las actrices porno, ni hablar de Mónica B., lo que emanan las mujeres de Manara, ese cachondeo, esas ganas de coger todo el tiempo, y si no de meterse el dedo, eso nadie lo ha logrado mejor que Manara. Esas mujeres son tan divinas, exudan tanto la lascivia del sexo, que si nos vienen a dar de nalgadas, ¿a quién le importa? Esas carnosas dominatrixes, dominadas por el demonio de la belleza, por el demonio del sexo, por el demonio de Manara, y por todos los demonios de Emely Rose, esas mujeres se restriegan contra las paredes del recuadro del cómic, la cabeza revuelta en mil ideas sucias que exorcisar. No sin razón siempre las vemos poseídas por algo, por una fuerza extraña, por un click o por un perfume de poderes erotómanos, por esa fuerza báquica que nos lleva de vuelta al tiempo en que en los bosques mandaban las mujeres, los sátiros y el dios Pan, el creador del pánico. Estas son las mujeres de Manara, míralas cómo piden la cabalgata. Pero si te acercas, cuidado con el fuste, que te lo van a quitar, y pan pan contigo.
Pero además, ni hablar de las actrices porno, ni hablar de Mónica B., lo que emanan las mujeres de Manara, ese cachondeo, esas ganas de coger todo el tiempo, y si no de meterse el dedo, eso nadie lo ha logrado mejor que Manara. Esas mujeres son tan divinas, exudan tanto la lascivia del sexo, que si nos vienen a dar de nalgadas, ¿a quién le importa? Esas carnosas dominatrixes, dominadas por el demonio de la belleza, por el demonio del sexo, por el demonio de Manara, y por todos los demonios de Emely Rose, esas mujeres se restriegan contra las paredes del recuadro del cómic, la cabeza revuelta en mil ideas sucias que exorcisar. No sin razón siempre las vemos poseídas por algo, por una fuerza extraña, por un click o por un perfume de poderes erotómanos, por esa fuerza báquica que nos lleva de vuelta al tiempo en que en los bosques mandaban las mujeres, los sátiros y el dios Pan, el creador del pánico. Estas son las mujeres de Manara, míralas cómo piden la cabalgata. Pero si te acercas, cuidado con el fuste, que te lo van a quitar, y pan pan contigo.
3 Comments:
Pendientes con Zuplemento #2 jeje
(para los que no están en nada: www.zuplemento.com)
ZUP
Me anoto para algún texto pornológico?
Dr., mande su texto y con todo gusto lo revisaremos a veri si va con la línea editorial de los hermanos Chang.
Saludos.
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